OTRO ESPAÑOL EN LAS FILAS DE MACEO

Texto: MPB,  CASA AMISTAD BALEARES CUBA-Sección histórico-cultural

Imagen: MUERTE DE MARTÍ, Esteban Valderrama (foto por Armando Morales, GRAMMA, mayo 2025)

OTRO ESPAÑOL EN LAS FILAS DE MACEO

*Fuente: GRANMA, mayo 2025: “José Miró Argenter, de Cataluña a Cuba (I)”, por René González Barrios (RGB, a partir de ahora).

José Miró Argenter fue un catalán emigrado a Cuba que apoyó la revolución independentista. Nació en Sitges un cuatro de marzo de 1851. Era hijo del abogado José Miró Armengol y de Joaquina Argenter LLopis. Su padre le consiguió un trabajo en una empresa catalana establecida en Cuba: Barahona y Domenech. Pero dejó su compromiso porque la causa cubana le impresionó fuertemente.

                Arribó en 1874. Y según cuenta, en algunos escritos encontrados, decía que “Allí pude medir los horrores que cometía el gobierno contra los cubanos, los crímenes que contra ellos se realizaban por cualquiera que había nacido en la Península [Ibérica], contra uno de nacimiento cubano; las denuncias, las prisiones, las deportaciones, la muerte, etc. Yo no pude menos que simpatizar y hacer causa común con el oprimido pueblo que tan heroicamente se debatía por la libertad, en los campos de batalla”.

                Otra declaración, referida al día en que Martínez Campos, gobernador español en Cuba, y Antonio Maceo mantuvieron la famosa entrevista (Protesta de Baraguá, 15-3-1878), Miró dijo: “En 1878, almorcé con Maceo y con Martínez Campos, al venir el primero del monte, para embarcar. En la conversación que yo sostuve con Maceo se me deslizaron algunas frases que, oídas por el doctor Ledesma, el médico de Martínez Campos, le dieron ocasión de decirle al general español [lo siguiente]: ‘Ese Miró es más insurrecto que el propio Maceo’”.

                En 1881, Miró se dedicó al periodismo. En 1883, “en desaprobación a los abusos cometidos por un alto funcionario contra un negro, publicó, en el periódico santiaguero LA NUEVA ERA, un artículo por cuyo contenido fue sancionado a tres años y medio de cárcel, los cuales fueron conmutados por el destierro a 20 leguas de la ciudad [unos 100 km.]” (RGB).

                A raíz de ello, se estableció en Holguín. Allí asumió la dirección del periódico LA DOCTRINA. La publicación se convirtió en un “arma para expresar sus ideas independentistas” (RGB). En un artículo criticaba “al alcalde de la ciudad, quien, indignado, lo retó a duelo. Miró resultó victorioso, al herirlo en un brazo” (RGB).

                Cuando Antonio Maceo vuelve a Cuba (1890, Santiago de Cuba), Miró “se puso a sus órdenes” (RGB) para luchar. El capitán general Camilo García Polavieja y del Castillo, enseguida procedió a expulsar a Maceo una vez llegado éste, pues dudaba de sus actividades. A Miró, no obstante, lo dejó estar, ya que “un amigo mutuo […] intervino a su favor” (RGB). En LA DOCTRINA, Miró no dejó de criticar a las autoridades por la expulsión de Maceo. Desde Kingston, Jamaica, el tres de diciembre de aquel año (1890), “el Héroe de Baraguá” [Antonio Maceo] escribió a Miró agradeciéndole sus letras:

                “[…] Quien no le conozca a Vd. no podrá apreciar con verdadera justicia sus bellísimas y honradas cualidades de hombre libre, abnegado y sufrido defensor de las buenas causas; protector de la justicia y el derecho, a que consagran sus esfuerzos los hombres que, como usted, han templado su alma al calor de la dignidad y la virtud”.

                Dado que Miró estaba muy vigilado en Holguín, decidió aceptar la propuesta de traslado a Manzanillo, con la ayuda de los generales Bartolomé Masó y Manuel de Jesús Calvar (éste llegó a ser Presidente en Armas de la República de Cuba, entre 16 de marzo y 28 de mayo de 1878). En Manzanillo se pondrá a dirigir EL LIBERAL. “Un artículo contra el juez del pueblo le valió la detención y una fianza de 10.000 pesos en efectivo, para […] la libertad provisional” (RGB).

                Como no pudo pagar, fue llevado a “la cárcel de Santiago de Cuba” (RGB). También encerraron a su esposa, Luz Cardona (1891), y a “su pequeña hija, Remedios” (RGB). Estuvo dos meses encerrado. Allí conoció al “general Guillermo Moncada, alias Guillemón, y a otros patriotas con los cuales se compenetró y conspiró” (RGB).

                Habiéndose fijado para el 24 de febrero de 1895 “el levantamiento armado, partió dos días antes […] hacia la zona” (RGB) que le ordenaron. El día del mismo del levantamiento, Miró fue nombrado coronel. “Desde el campamento de Hato del Medio, José Martí le escribió el siete de mayo [de aquel mismo año], manifestándole sus deseos de conocerlo” (RGB). La carta de Martí manifestaba su admiración al ver la “pasión por la libertad que con razón hace a Vd. mirar como propia la tierra que como a propio le mira, y lo ha movido a entrar, con sus cualidades superiores, a una vida que demanda el continuo sacrificio de sí al bien común.” Y continuaba el ilustre Martí diciendo que “…si en algún hombre se puede [uno] fiar para que ayude a Cuba a componer, y hacer en todo viables, las fuerzas que necesitamos para el triunfo y a acumular, en vez de restarles, sus elementos naturales e imprescindibles, él ha de ser de la especie poco común de hombre a que Vd. me parece pertenecer: la [clase de hombre] de los que, al empuje de la resolución en momentos críticos, unen la grandeza que jamás pone precio a su servicio.”

                En el DIARIO DE CAMPAÑA de Martí, cuando se encontró éste con Máximo Gómez, junto con Miró, se puede leer: “…Miró llega, cortés en su buen caballo. Le veo el cariño cuando me saluda: él tiene fuerte habla catalana; tipo fino, barba en punta y calva, ojos vivaces”.

                Alguien ha dicho que aquellos hombres, más que guerreros, semblaban poetas. Curiosa relación entre la sangre, la muerte y el amor. Pero cuando la libertad, tal vez, no se puede conseguir a través del amor, no quede más remedio que defenderse y buscarla a través del desamor.

Diciembre, 2025

CASA AMISTAD BALEARES CUBA