Texto: Anónimo
Imagen: EL VIEJO CAFÉ, Antigua Guatemala, Guatemala, https://www.tripadvisor.es/ (consulta 13:59-180925)
EL VIEJO CAFÉ
El ya anciano Virgilio, estaba sentado en su rincón de siempre, con su vasito de vino sobre la antigua mesa de aquel oscuro antro, un día lleno de luz y bullicio, tiempos otros en los que poetas y artistas, filósofos, académicos y autodidactas discutían sobre el pasado, sobre su presente y sobre lo que depararía el futuro.
Virgilio, a través de sus ojos hundidos, intentaba observar por las tardes algún elemento, en aquel ahora tugurio, que pudiera llevarlo hacia el pasado, recordando antiguos y viejos tiempos, ahora ya remotos tiempos, casi ignorados tiempos. Sus pupilas forzaban la vista para localizar algún objeto, algún cuadro, alguna foto de las que aparecían acumuladas en las paredes, algún dibujo, algún recorte de periódico que pudiera trasladarle hacia una anécdota, una crónica, una historia que espabilara su mente y su memoria, ahora éstas un tanto distraídas, como en Babia, como aisladas del mundo físico que las rodeaba.
Su edad provecta, quizás le impedía alguna agilidad corporal, antaño eficaz y útil; pero, por otra parte, su pensamiento no podía evitar, siempre que estaba tranquilamente sentado en aquella mesa, estimularse, animarse al recuerdo de hechos como si fueran leyendas, fábulas, apólogos, cuentos, relatos o narraciones de su propia existencia.
Observaba las fotografías en especial, todas ellas en blanco y negro (muy pocas en color) de personajes que habían pasado por aquel viejo café. Y encontró una imagen (en realidad siempre la observaba cuando entraba, y la volvía a mirar cuando salía) en cuya instantánea él se observaba en segundo plano. La escena contenía a un conocido pensador junto con el dueño, en aquel entonces, del local. Y Virgilio, como por causalidad, asomaba su cabeza sonriente por detrás del propietario del bar.
En el retrato, Virgilio emergía con su semblante joven, con una alegre y sincera expresión en el rostro; confiando, tal vez, que algún día podría llegar a ser tan importante como el célebre erudito que abrazaba al dueño del café.
Aquel recuerdo le estremeció por unos instantes, cuando en décimas de segundos pasaron por su mente cantidad de historias, como si fuese un estrepitoso sueño que narraba todo lo que había vivido desde la fecha de la foto al momento en que ahora se encontraba, fatigado, cansado, tal vez contrariado.
De repente pensó que era demasiado exigente (o lo había sido de joven, queriendo imitar a gente con éxito); pues ahora pensaba que la vida no era generalmente controlable, y lo mejor que uno puede tener a su lado son la paciencia y la modestia. Todavía nadie ha demostrado para qué estamos en este mundo. Tal vea el error esté en que nunca deberíamos haber sido tan arrogantes para plantearnos esta cuestión, como si fuéramos tan importantes para la naturaleza, como si fuéramos dueña de ella, dueños de nuestros destinos. Y, lo que es peor, intentar ser dueños de otros congéneres.
Creía Virgilio que, si nos acercáramos más a la naturaleza, aceptaríamos con menos crítica personal nuestros aciertos y nuestras desgracias, nuestros éxitos y nuestros fracasos. Y, sobre todo, no tendríamos, tal vez, este agobio con la soledad posible de la vejez o de la ansiedad hacia la muerte.
En la foto había una frase escrita por aquel ya fallecido profesor: “El tiempo es creado por cada uno de nosotros”. Virgilio no estaba seguro del significado de aquella frase; llevaba años pensando en ella. Pero sí le parecía que el ser humano no entiende el paso de este tiempo, no comprende su frugalidad, no comprende que sus esfuerzos por éxitos propios se esfumarán juntos en la sepultura; o, todavía peor, en los últimos suspiros conscientes su mente no podrá llegar sosegada al otro mundo. Por ello, pensaba Virgilio, debía vivirse con sosiego, naturalidad, sobriedad, paciencia y moderación. El problema de todo esto, como a él le había ocurrido, es que la criatura humana, en general, se da cuenta de ello cuando ya está en sus últimos días.
Anónimo (a Marieta)
Para Hipatia Centro Intercultural
Septiembre 2025
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