CONVERSANDO CON LOLA VALLE
HIPATIA Asociación Intercultural

CONVERSANDO CON LOLA VALLE

"Leyendo a María Zambrano" - una obra que invita a profundizar en ti

Lola Valle | 27 may 2025


‘Leyendo a María Zambrano’

De Lola Valle.

Una obra que invita a profundizar en ti.

Buenas tardes, Lola.

Nos hemos reunido para hablar de tu obra ‘Leyendo a María Zambrano’ que, la verdad es que me ha sorprendido gratamente. Recomiendo su lectura, no solo por el hecho de querer profundizar en la obra de María Zambrano a través de los ojos de Lola, sino porque te ayuda a profundizar en ti. Recordemos que María Zambrano Alarcón fue una intelectual, filósofa y ensayista española, nacida en Vélez-Málaga, el 22 de abril de 1904 y fallecida en Madrid el 6 de febrero de 1991. Sus obras tienen en común un estilo filosófico-literario en el que la autora aborda temas universales a través de la reflexión y el ensayo. Muchas de sus obras tienen una fuerte carga política y social, y en ellas se reflexiona sobre el papel de la mujer en la sociedad. Su obra, por desgracia, no fue reconocida en España hasta el último cuarto del siglo XX, tras un largo exilio. Recibió, ya anciana, el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Cervantes en 1988.

J.M.: Para comenzar, como siempre hago, me gustaría que nos hablaras de ti. Quisiera que nos dijeras dónde naciste, dónde resides, qué es lo que te llevó a escribir, a qué te dedicas, qué estudios realizaste y la razón de tu elección, y todo lo que creas que es importante poner en esta entrevista para que nuestros lectores te conozcan mejor

LV.   Buenas tardes, Juana. En primer lugar, quiero utilizar la palabra de la ofrenda: GRACIAS por esta entrevista

En su libro más autobiográfico Delirio y destino María Zambrano utiliza la tercera persona, decía ella que le daba pudor hablar de sí misma.

En sus textos Lola Valle se transita a sí misma, en prosa poética o narración lírica. La autora cree que sus escritos son retazos que ha ido zurciendo a lo largo de algunos años, remiendos de una vida. Retazos hilvanados por las manos de su madre (Las manos de mi madre.2017), por la voz interior de la naturaleza (Mis crónicas de montaña. 2019), por los sueños (Puente del río Güi. 2022), por relatos orales, por una voz antigua (Grecia. Mi voz antigua. 2018) que a veces la habita, por la Aurora de María Zambrano. Algunos fragmentos con connotación de literatura oral, cobran fuerza al ser leídos. Sus personajes, sin ser capaces de sujetarse a un género literario, no son más que criaturas reales o soñadas que piden la palabra para aliviar heridas, sanar, y, abrir los ojos a lo que acontece.

Nacida en Málaga (1962), en el pago del río Güi (El Morche). Licenciada en Filología Hispánica, ha ejercido como profesora de Lengua Castellana y Literatura en diferentes institutos de Cádiz y Málaga (1988-2022) y como asesora de formación en el CEP de Málaga.

 Ahora, a veces, escribe, tiene un programa literario Las manos de mi madre en radio Torrox y colabora con Beatriz Reinoso en El rincón de poesía, programa que se emite desde la localidad para Onda Local de Andalucía. Dedica algo de su tiempo a la práctica del yoga, la meditación, la contemplación, a las caminatas por la montaña, a encontrar-se con la perdidiza en el teatro, a la preparación lenta de un té con especias traídas por las hechiceras que desde antes de nacer la habitan. Ha realizado la Formación en Terapia Gestalt en la escuela LAMAR de Málaga. A modo de final inconcluso… Lola Valle a través de una escritura fragmentada y confesional busca el silencio del “yo”, y como María Zambrano, pide ver el rostro que tenía antes de nacer. 

J.M.: Una de las preguntas que me gusta hacer es cómo nació la obra, pero en tu caso, explicas en tu obra que:

‘Andaba yo en mi silencio con María Zambrano, caminando por los senderos de Canillas de Aceituno, cuando se acerca María Victoria Naranjo y me dice: “que poco conocida y leída es María Zambrano”, “habría que hacer algo”. Encontré un hilo en ese su hablar. Había entrado, sin darme cuenta, en mi silencio, en mi soledad con María. Sin darme cuenta en no sé cuál de los atajos, María se me daba a conocer de otro modo. Se me daba en comunicación, en errancia, en hilo que quiere dejar de ser hebra inserta en el ovillo. Qué gozo hablar de María por las veredas de nuestras montañas tutelares, con todo el horizonte visible de las Sierras Tejeda y Almijara. En los claros de la charla noté que el pensamiento de la filósofa que no entendía no se inquietaba por entrar en la urdimbre. Lo que no alcanzaba a entender con la razón, no obstaculizaba (confieso) el que se me empezara a desvelar, sin saberlo, el comienzo de una pasión. Y, sin saberlo, de una pasión que iría compartiendo. En este ovillo no estaría sola para tirar del hilo.

— Sí, dije, me dije..., lo que yo estoy leyendo, aquello que entiendo de lo que leo, lo que estoy sintiendo con María que lo lean otros, que vean a María en la aurora, que la escuchen en los sueños.’

¿Cómo fueron los comienzos después de decidir escribir una obra sobre María Zambrano? 

LV. Este libro fue un encargo. Sí un encargo de la SAC de Vélez Málaga ( a propuesta de María Victoria Naranjo), con la intención de acercar la lectura de María a más criaturas, con la intención, también, de acercar a la filósofa a los estudiantes.   El Ayuntamiento de Vélez Málaga, por su parte, ha repartido el libro por bibliotecas y centros escolares del municipio. Durante meses estuve perpleja ante esta tarea, me sobrepasaba. En mi aturdimiento seguía leyendo a María y esperándola al alba. Recurrí entonces a un texto ya escrito: “Yo soy el corderillo” que formaba parte del libro publicado en 2022, Puente del Río Güi. Sin darme cuenta este texto unía a María Zambrano con mi gente; la espera de la aurora en la noche de María con la espera de mi padre de los primeros rayos de luz para ir a regar la siembra, descalzarse y salir de su oscuridad. Me doy cuenta ahora, Juana, al pensar en tu pregunta hasta qué punto ese libro, ese puente de los sueños estaba creando una acequia para acercarme a la pensadora veleña. Es como si “el encargo” ya hubiera estado en esos tres hombres que dormían la siesta y ensoñaban en el río Güi. Y, luego, como no salía de la turbación, y no escribía, propuse a las amigas compañeras dar un paseo por los lugares de María en Vélez Málaga. Las amigas me escucharon con el corazón, leímos todas las frases que, de diferentes libros, hay escritas en el suelo del Parque María Zambrano.   María nos estaba ofreciendo su amistad. Todo fue rodando como ese limón que su padre le da en el patio de la calle Mendrugo y que rodó por el suelo. Estos paseos los escribo en mi blog lolavalleliteraria.blogspot.com

. Las amigas me leen. Me siento acompañada. Encuentro aliento. Y, una noche oscura, ensoñé con la pensadora sentidora. María, me daba permiso para tratarme con ella en amistad, para entrar en su aurora con un librico.

J.M.: Alicia Berenguer es quien realiza el prólogo de tu obra. ¿Decidiste que fuera ella quién lo hiciera porque conoce bien la obra de María Zambrano o por otra razón?

Puedes explicar un poco sobre Alicia Berenguer para que nuestros lectores puedan saber quién es. 

LV.  Hay decisiones que, afortunadamente, no hay que tomar, que llegan rodando. Alicia fue compañera en el IES Miraya del Mar, en el que no coincidimos, pero en el que quizás coincidimos a través de las profesoras amigas Ángela Díaz-Caneja y Amalia Roldán, interlocutoras en el proceso de creación de este Leyendo a María Zambrano. Un regalo de la aurora. Alicia Berenguer, nacida en Vélez Málaga, es doctora en Filosofía y profesora de esta disciplina. En su obra María Zambrano y la raíz desnuda nos acerca al pensamiento de la filósofa a través de notas y cartas en las que también trata el papel de la mujer en la filosofía. La primera parte de este libro se centra en la vida de María. Dice Alicia: “María Zambrano es una mujer fiel a sí misma, y con una filosofía que podríamos calificar como cálida y amorosa, de entrega”.

La tarde de mayo de 2024 que llamé a Alicia para pedirle que prologara los textos que estaba escribiendo, supe, después de hablar con ella, que la habían nombrado secretaria de la Fundación María Zambrano.

Con palabras de entrega ha relatado Alicia el prólogo en el que me siento recogida cuando comenta que mi primer libro Las manos de mi madre es ya, razón poética.

J.M.: Fernando Robles es quien ha realizado los dibujos que salen en tu obra. ¿Conocías a Fernando antes de realizarlos? ¿Cómo nació el hecho de que fuera él quien los hiciera? ¿Puedes hablarnos brevemente de la trayectoria de Fernando para que nuestros lectores conozcan un poco de él?

LV.  Fernando Robles: compañero amigo, admiro tu obra y agradezco los dibujos con los que tu amistad generosa ilustra mi libro.

Conocí a Fernando en el Centro del Profesorado de Málaga, en el año 2005. Éramos entonces asesores de Formación; él en el área artística, yo en la parte lingüística y en Coeducación. Coordinó una gran red de docentes-artistas en la provincia (en torno al concepto pedagógico” Arte y Escuela”, iniciado por el CEP de la Axarquía) que ha tenido su última expresión en la creación del Neotaller en Málaga, junto a ocho artistas locales. Nacido en Madrid en 1963, se licenció en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla en 1987 y reside en Málaga desde 1978. Cuando estaba escribiendo la parte (aunque esta la vida, dice María, no tiene partes) del libro dedicada a los sueños las figuras de Fernando se me hacían presentes y recordé lo que en el Diario Sur se publicó sobre una de sus tantas exposiciones: “la presencia de figuras humanas que deambulan sin un objetivo preciso por las plazas y junto a los edificios representados en sus cuadros, convierten a estos en portadores de un secreto simbolismo, de un ideal inalcanzable, humanista y clásico”. Fernando con sus dibujos ha captado el deambular de María Zambrano de un lugar a otro, de la vigilia al sueño… y el mío propio. Nos ha unido en la imprecisión. Le mandé a Fernando lo que estaba escribiendo, lo inacabado, y me fue enviando dibujos a los que fue llamaba: “María Z y Lola V, voladoras”. 

En cuanto a su trayectoria expositiva, ha obtenido primeros premios de pintura y ha sido finalista en numerosos de ellos. Ha participado en más de un centenar de exposiciones colectivas como pintor y escultor y ha celebrado una treintena de exposiciones individuales en España y Portugal.

J.M.: Durante el tiempo que tardaste en escribir el libro estuviste en contacto con personas que aportaron, según cuentas en tu obra, ideas para él. ¿Puedes contarnos la razón de que fueran esas personas y no otras? ¿Puedes hablar brevemente de esas personas para que nuestros lectores se hagan una idea? 

LV. Compañeras-amigas. Amigas que han dado aliento a este mi proceso de creación. Todas hemos sido profesoras de instituto en diferentes disciplinas y hemos trabajado para despertar conciencias, desarrollar el espíritu crítico y el conocimiento de otras lenguas. Maestras memorables que han dejado huella en su alumnado con sus enseñanzas, que han asumido cargos directivos y participado en proyectos educativos. Ángela Díaz-Caneja y Amalia Roldán han sido compañeras en el IES Miraya del Mar (Torre del Mar); Mariló Martín, Ana López, Paquisé Navarro, M Ángeles Coveñas y Olga Garzo, compañeras en el IES Mediterráneo (Málaga) en el que, hace tres años, nos jubilamos.

Con la profesora de Lengua y Literatura, Amalia Roldán, publiqué en 2007 la antología 80 poemas de la Generación del 27, donde la mitad de los textos antologados son de poetisas de la generación que aún no aparecían en los libros de texto.

J.M.: Edita el libro la Sociedad de Amigos de la Cultura (SAC). ¿Cómo nació esa sociedad y dónde está ubicado su centro? ¿Puedes explicar, un poco, a nuestros lectores qué actividades se realizan en dicha Sociedad?

LV. La Sociedad «Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga» es una asociación registrada en 2000 con el objetivo de promover la modernización y progreso cultural en la sociedad de Vélez-Málaga. Surgió en 1999 en conmemoración del tercer centenario del convento de Monjas Carmelitas Descalzas en la ciudad. Fue creada como respuesta a la necesidad de recaudar fondos para la reparación de las cubiertas del edificio conventual, a través de una comisión ciudadana llamada «Un tejado para las Carmelitas».

La Asociación Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga tiene como objetivo principal el estudio, defensa y difusión del Patrimonio Histórico-Artístico de la ciudad. Además, fomenta actividades culturales, promueve la creación de museos, actúa como cauce para denunciar daños al Patrimonio Cultural, contribuye a la mejora de las bibliotecas, promueve el uso del Patrimonio Cultural como factor de desarrollo social y colabora con instituciones en temas culturales.

Publica periódicamente la Gaceta, un boletín informativo con actividades culturales. También edita anualmente la revista SOCIEDAD, dedicada a un tema de importancia social. De forma periódica o en colaboraciones puntuales edita libros de temática variada. El libro Leyendo a María Zambrano es una de las múltiples propuestas de la SAC para celebrar su 25 aniversario.

Agradezco en mi libro un café en la Plaza de las Carmelitas con Pilar Pezzi, Isabel García y mi compañera amiga de la montaña María Victoria Naranjo. Fue el inicio. 

J.M.: En el prólogo, Alicia Berenguer, expone:

‘El título ‘Leyendo a María Zambrano’ muestra, como nos dice la propia autora, un acto que está siendo, que no está acabado, pues lo que encontramos aquí no puede acabar mientras se siga viviendo, estando, siendo atrapada por el poder de la palabra que nace más adentro, más hacia el interior del ser, desde las entrañas’. ¿Crees que es así ya que es un proceso de interiorización del ser humano que abarca hasta el final de sus días?

LV. María Zambrano en una entrevista que le hace J.M. Ullán responde que conoció la aurora tarde pero que una vez conocida ella es de la aurora, yo también llego tarde a María como cuento en el libro, quizás no estaba preparada antes. No lo sé. Mendigaba la Luz, sin darme cuenta de la verdad que hay en la sombra, en la penumbra, que precede al amanecer. He llegado tarde a María, pero ahora soy de María como ella lo es de la aurora. Me he quedado prendida a su lectura porque en sus páginas me va diciendo quién soy, me va guiando hasta la esencia de mis entrañas: me siento mendiga y reina a la vez. Recuerdo a Edipo (que lo sabía todo menos quién era), en la incansable búsqueda de reconocerme, de saber quién soy. Y titulo el libro con el gerundio “leyendo” porque leer a María no se me puede acabar nunca. Es un regalo de la aurora.

J.M.: Alicia Berenguer en su prólogo expresa:

‘Leer a María Zambrano, en la selección de textos y momentos que aparecen en esta obra, es leer a Lola, su propia vida, un viaje al interior de su ser. Nos acercamos a una visión de la pensadora, pero llegamos al conocimiento de esta mujer que se nos muestra como una portavoz de la pensadora. Se relacionan momentos y sincronías, hasta el punto de que en algún lugar coinciden incluso los nombres de los familiares de ambas’.

¿Hay mucha similitud, en ciertas cosas, entre tu vida y la de María Zambrano?

LV.  María Zambrano nació en 1904 en Vélez Málaga, yo en 1962 en El Morche (Torrox). Franco no había muerto. La misma luz mediterránea. Un limonero. Las mismas castañuelas como sonido. María dice que sus ancestros son del Sur, de la mar. De niña paseaba por las playas de Torre del Mar con sus padres, donde ahora vivo buscando su mar. En 1962 María y su hermana Araceli estaban exiliadas en Roma. En 1962 murieron en Vélez Málaga mi tío Antonio y su mujer Araceli, en una sociedad clasista en la que no les estaba permitido asistir al teatro del Carmen. De asma, murieron de asma, agarrándose a las paredes. En 1911 nacen Araceli Zambrano y mi tío Sebastián. Todos ellos ensoñaron, creyeron en la Segunda República. El ensueño les fue cercenado por un golpe de estado y una guerra incivil. El tiempo de María Zambrano no es mi tiempo, pero quizás la razón poética me permita que sí sea mi tiempo, porque fue el tiempo de mi gente, la ilusión de mi gente, la sangre de mi gente, el silencio de mi gente. Los míos me piden voz y la piedad de María, les concede el habla. Tampoco pertenecemos María y yo a la misma clase social: María es hija de maestros, su padre fue pedagogo; yo hija de campesinos, que ha sido maestra, gracias a las becas y a una linterna para leer a hurtadillas por la noche. Franco murió en 1975. En 1976 empecé el bachillerato en el instituto de Torrox, un año después publica María, Claros del bosque.

Ambas conocimos el dulce de la caña de azúcar con las que criaban entonces y luego a niños y niñas. Se nos quedó en el paladar ese chupar la “cañadú”.

J.M.: La metáfora de la aurora, tan importante para María Zambrano como para ti, ¿es un despertar a la conciencia? Lo expresáis como un regalo. Podrías explicar a nuestros lectores de qué se trata para que nuestros lectores se hagan una idea más clara que si lo expreso yo. 

LV. Tú ya lo estás expresando de un modo claro, Juana. Podemos quitar la interrogante y afirmar que la aurora es un despertar a la conciencia. Hay que estar preparada para recibir un regalo, para entrañarlo. Creo que, conforme caminamos por esta entrevista, tú ya has recibido esta metáfora de la esperanza que es la aurora, la iluminación de una realidad oculta y profunda. La RAE define “aurora” como una luz sonrosada que precede inmediatamente a la salida del sol.

María Zambrano la explica diciendo: “Qué inmensa soledad la del que no ha contemplado, ni siquiera por una sola vez la Aurora…Qué inmensa soledad sin aurora, qué desorientación”. Mi profesor de Filosofía, Juan Fernando Ortega Muñoz, decía que Zambrano era una filósofa auroral.

J.M.: En tu libro hablas de la relación de María Zambrano con su padre, de la importancia de esa relación. Expones:

‘Se desprende de la lectura de Delirio y destino, un amor admirativo de María hacia su padre. De su padre aprendió a escuchar: la importancia que tiene escuchar al otro, ponerse en el lugar del otro: El que sabe escuchar hace de conciencia del otro, y así sobreviene a veces un silencio: el silencio del que habla con su conciencia o ante ella. Se quejaba Blas Zambrano de que los españoles de su tiempo no sabían escuchar’.

¿Te sientes identificada, en relación a tu padre, con lo que expresa María Zambrano en este fragmento o en otro que hayas encontrado en su obra?

LV. Leí Delirio y destino el verano de 2022. Mi padre había muerto unos meses antes, en marzo. Sentí que María había escrito estas páginas para darme el pésame, consolarme, acompañarme en el sentimiento. Cuando ella cuenta que su padre irrumpe en la habitación con la luz primera de la mañana y olor a tomillo, ese es mi padre, Fernando. Cuando María agradece que su padre muriera meses antes de cruzar la frontera en el treinta y nueve, recuerdo las palabras de agradecimiento de mi propio padre, por la muerte de su padre antes del treinta y seis: “menos mal, menos mal que Padre murió antes de que empezara aquello”, “Nos pudimos ir tranquilos a la guerra porque él no estaba viendo aquello” y me repetía: “niña escucha a esa persona que está hablando”, “escucha a las criaturas”. Como María me he sentido mecida por mi padre y reina de los mares. Mi padre también me miraba en silencio, porque él lo sabía todo sobre mí a través de las hechiceras.

J.M.: También expresas, en relación al padre, lo siguiente:

‘También con su padre conoció la escisión, la separación. Él le decía que mirara la golondrina, pero ella no necesitaba mirar la golondrina porque ella estaba pegada a la golondrina, prendida a la golondrina. Porque era ella misma la golondrina’.

Dices en tu libro que María Zambrano lloraba, quizás por la escisión con la golondrina. 

¿Puedes explicar a nuestros lectores, para que puedan comprenderlo, de qué se trata y lo que conlleva la escisión con la golondrina?

LV. Quiero responder con un verso de Lorca ¡Que soy amor, que soy naturaleza! Soy naturaleza, soy golondrina, por lo tanto, cuando su padre, y el mío, dicen:” mira la golondrina”, con esa llamada, con esa voz hacen que dejemos de estar quietas, que algo se remueva por dentro, que nos despeguemos y que sintamos a la golondrina como otra. Y la separación de esos signos negros del cielo es muy dolorosa. Lorca esta escisión la expresa así: Quiero llorar diciendo mi nombre,
rosa, niño y abeto a la orilla de este lago.

J.M.: En tu libro hablas de la amistad con Antonio Machado por parte de su padre y, posteriormente, con ella. ¿Qué significó para María Zambrano dicha amistad?

LV. Cuando el poeta Antonio Colinas, pregunta a María por Antonio Machado, ella no responde con teorías, sino que recita unos versos del poema “Olivo del camino”.    

                                    Olivo solitario,

                                    lejos del olivar, junto a la fuente, 

                                    olivo hospitalario

                                   que das tu sombra a un hombre pensativo

                                  y a un agua transparente

 

Antonio Machado como María Zambrano revelan en su obra esa fusión del sentir y del pensar. ¿Quizás esto dé un significado a la amistad? La ciudad de Segovia en la que la familia Zambrano vive desde 1909 y a la que llega Machado en 1919 inicia una amistad, que Juan de la Cruz estaba esperando.

J.M.: En tu libro hablas del exilio de María Zambrano. Expones en el mismo lo que sigue:

‘En enero de 1939, con la caída de Barcelona, poco más de dos meses después de perder a su padre, Blas Zambrano, María acompañada por su madre Araceli, su hermana del mismo nombre, sus primos José y Rafael Tomero, y el compañero de su hermana, Manuel Muñoz, último director de la Seguridad de la República, cruza la frontera hacia Francia. María no volverá a pisar la tierra-patria-matria hasta el 20 de noviembre de 1984, exactamente 45 años y diez meses después de aquel inicio del exilio, una suma de 550 meses en tierra extranjera: Francia, Cuba, México, Puerto Rico, Italia, Suiza. Un exilio que acaba exactamente nueve años después de la muerte de Franco, cuando María regresa a Madrid, y se va a vivir a la calle Maura, al lado del Retiro. Antes en 1981, fue nombrada hija Predilecta por el Ayuntamiento de Vélez-Málaga y en 1983 doctora “Honoris Causa” por la Universidad de Málaga’.

Es mucho tiempo fuera de su país de origen. ¿Con qué país fuera de España piensas qué María Zambrano estuvo más ligada y cuál es la razón de ello? ¿Por qué piensas que tardó nueve años después de la muerte de Franco para regresar?

LV. Me cuesta contestar a esta pregunta, como a algunas anteriores, de manera asertiva, hay aún mucha obra de María Zambrano y sobre ella que no he leído; por esta razón el título de mi libro es “leyendo” porque estoy en este proceso que muestro. Cuando María llega a Cuba dice que ella ya había estado allí antes y que Cuba es su patria prenatal. Roma se me aparece como unos años luminosos (quizás por la Luz de la ciudad) para ella y su hermana. Años de amistad y tertulias en el Café Greco y el Café Rosati, de visitar iglesias, de caminatas por la vía Apia. Allí escribe su gran libro El hombre y lo divino. Le Crozet es ese lugar en el que creo que se queda prendida, pegada, como de niña le ocurrió con la golondrina. Aquí vuelve a ser naturaleza. Tengo intención de conocer el Jura el próximo agosto, buscar Los claros del bosque.

María no pudo volver a España antes, sobre todo por razones económicas. ¿De qué iba a vivir? Ella dice a la delegación de Vélez Málaga que va a visitarla a Ginebra que no iba a regresar a España como una turista, a comer un plato de almejas; lo narra el pintor y poeta veleño, Joaquín Lobato, en su antología El acontecer y la presencia. España tardó mucho en reconocer a María. Finalmente, el Ayuntamiento de Vélez Málaga (siendo alcalde Juan Gámez) le ofrece una pensión vitalicia y María cede su legado para crear la Fundación María Zambrano que presidirá el profesor de Filosoía, Juan Fernando Ortega Muñoz.

J.M.: En tu obra expresas:

‘La maestra de la aurora me reconcilia con una vida inconclusa, con una lectura inconclusa “de”, y “sobre” su obra, y con una escritura inconclusa que hasta ahora solo es capaz de hilvanarse en fragmentos o retazos, utilizando, eso sí, cada vez más, mi lenguaje primero, el de las hechiceras. Escribo fragmentos que zurzo con los hilos rotos de mi propia vida, que beben en la acequia de mi padre y en el manantial que es María Zambrano, aurora no derrotada. Recuerdo que su amigo Emilio Prados en cartas a María se lamentaba de sus viejos pulmones y de que solo iba a dejar una herencia de escritura fragmentada e inconclusa’.

¿Crees que las similitudes de las vidas de ambas han hecho que puedas hablar con mayor profundidad de los hechos acaecidos en la vida de ella y puedas entender mejor lo que sentía?

LV.  No sé si entiendo a María, o si simplemente hablo con ella cuando la mañana empieza a clarear porque en este momento de mi vida en el que empiezo a envejecer, necesito su guía, su coraje y su humildad. Yo, como María, soy una mujer sin hijos y como Diotima de Mantinea más que hija he sido huésped en esta tierra. Ahora no puedo vivir sin el diálogo con María, ella sabe de mis heridas, de tanto NO recibido y me calma, me reconcilia. Leerla es algo más que un ungüento. María quiso ser una caja de música y NO pudo ser; yo quise aprender a tocar la guitarra y NO pudo ser. Aprendo de María a transformar la carencia. Ella no fue caja de música y lo suple con la musicalidad de su voz, yo no sé cantar ni tocar la guitarra y leo mis textos en sendos programas de radio Torrox: Las manos de mi madre y Rincón de poesía. Intento comunicar con esa musicalidad que es la Voz.

J.M.: María Zambrano estuvo muy ligada a su hermana Araceli. Cuando murió fue para ella muy duro, era como dejar morir una parte de ella misma. Dejó morir a su Antígona a la que estuvo siempre muy ligada. ¿Qué piensas que le aportaba Araceli a su hermana aparte de amor fraternal? Araceli fue torturada por la Gestapo y sufrió mucho a lo largo de su vida. Fue quien cuidó a la madre de ambas en los últimos años de vida. Vivió mucho la soledad.  ¿Qué destacarías de ella? ¿Puedes explicar la razón de que la torturara la Gestapo?

LV. Araceli le enseñó a María la hermandad. Cuando nace Araceli, María tiene siete años, recibe el nacimiento de la hermana como un regalo y Araceli cuando se está muriendo le tiene que pedir que se desenrosque de ella; eso da cuenta de cómo estaban trabadas la una con la otra. María llega a París unos días después (vivía en La Habana y tardó un mes en conseguir un visado) de la muerte de su madre y encontró a la hermana tan deteriorada física y sicológicamente por todo lo que había sufrido que ya nunca se separó de ella. Araceli fue torturada por la Gestapo porque su pareja, Manuel Muñoz fue detenido (era el último director general de Seguridad de la República) y encarcelado en la cárcel de La Cité desde donde se produjo su extradición a España para ser fusilado en diciembre de 1942. María comenzó a llamar a su hermana Antígona porque siendo inocente soportaba la historia.

María dice que ella era muy tímida que le costaba entrar a dar una conferencia, desde que ella y Araceli se juntaron en 1946, Araceli la empujaba y la animaba a hablar. De Araceli quiero destacar que era una gran lectora.

J.M.: Otro de sus grandes apoyos fue su primo Mariano. En tu libro expresas que era imprescindible en su vida. ¿Qué piensas que aportó Mariano a la vida de María Zambrano?

LV. De Mariano sé ahora algo más tras leer el magnífico libro que Rosa Mascarell ha publicado este año Exilio francés. Mi viaje al Jura de María Zambrano. Mascarrell, quien fuera secretaria de María Zambrano escribe que no había opción: Araceli y Mariano no podían abandonar a María y tampoco María abandonarlos. Los tres estaban unidos por la penuria y olvidados por la buena sociedad de Ginebra. Y, añade que María estaba acompañada por un discapacitado y una enferma mental en medio de una montaña, en un pueblecito con vistas al Mont Blanc, donde ni siquiera hoy tiene transporte público.

 Mariano vivió con María Zambrano desde 1964 en La Pièce y ya nunca se separaron. Mariano le preparaba el té a ella y a sus invitados y le aportaba la compañía de “un inocente”.

J.M.: Me ha hecho pensar mucho algo que expones en tu libro:

‘Observo sin dejar de asombrarme cómo las personas empleamos las formas impersonales del verbo o el plural mayestático para ocultar nuestros sentimientos. Así de insoportable nos resulta conectar con nuestro interior y así de insoportable nos resulta conectar con nuestro dolor individual, porque al parecer cuando la pena es colectiva se soporta mejor. Araceli cuando hablaba de su mal no hablaba nunca en primera persona. Hablaba en plural, “lo que nosotros en París hemos pasado”. No se permitía la primera persona para tratar del sufrimiento. El sufrimiento era colectivo. Ella, una gran lectora, no entendía cuál era el método elegido para la realidad que se vivió en Europa, como Antígona no entendía el lenguaje del poder de Creón. Cuenta María que empezó a leer el Discurso del método de Descartes, por si acaso ahí encontraba una explicación que otorgara razones a lo sucedido en Europa. Por si acaso existiera un método’.

¿Crees que a pesar de que empleamos formas impersonales del verbo y utilizamos el plural para hablar de nuestros sentimientos sigue existiendo falta de comunicación más cercana entre los seres humanos?

LV.  Sí, Juana, creo que en la comunicación es fundamental escuchar, ponerse en el lugar del otro, para Zambrano la piedad es tratar con “lo otro”. En El hombre y lo divino María dedica páginas a hablar de la escucha, de la importancia que para un ser humano es sentirse escuchado. Escuchar a alguien con atención es darle un sitio, un lugar en nuestro mundo. Al leer estás páginas me ha resonado todo lo transitado durante los cuatro años de formación en terapia Gestalt; la base de esta psicología humanista es la escucha. En mi Leyendo he pensado que cuánto de terapéutico tiene leer a María Zambrano y también en cuánta relación encuentro entre lo escrito por María Zambrano y la psiclogía Gestalt de Fritz Perls. Esa atención de quien escucha, sin más, es necesaria para comunicarnos. Recientemente he conocido a la psicóloga María Artacho, quien está escribiendo un libro para exponer su propuesta de una psicoterapia zambraniana. Artacho expuso una interesante comunicación: Hacia un saber sobre el alma en el VII Congreso Internacional sobre María Zambrano en Vélez Málaga. Espero que pronto se publique este libro y que se extienda su práctica de llevar a Zambrano a la consulta terapéutica y a la vida.

J.M.: Para María Zambrano eran muy importantes sus gatas, de hecho, según expresas en tu libro, quería regresar a España con ellas y con su primo Mariano. ¿Para ella sus gatas y su primo eran símbolo de hogar donde poder refugiarse más que en ningún otro lugar?

LV. María regresa con dos gatas o al menos en Madrid vivía con dos gatas. Habla de la sabiduría de los gatos, de su procedencia de Egipto y de que, ¡ay de aquel! que no sabe ver en ellos toda esta inteligencia. Rosa Mascarell cuenta que quizás el amor a los gatos tenga también relación con la pasión que su hermana Araceli tenía por ellos (incluso en París durante la ocupación nazi, ella y su madre tenían un gato) y dice que cuando sus amigas la visitaban en La Pièce no les encargaba nada para ellas, pero sí una lata de sardinas para los gatos. En Roma María Zambrano compartían el amor por los gatos con la escritora y amiga, Elsa Morante. 

Sus gatos eran un hogar, que también se extendía a los gatos de la calle y que, desde que está enterrada en el cementerio de Vélez Málaga la custodian en su tumba, a la sombra del limonero.

J.M.: Los libros de María Zambrano, ¿han sido para ti una guía para la transformación? ¿Qué destacarías de la Filosofía de María Zambrano? ¿Si tuvieras que elegir uno de sus libros cuál sería?

LV. Ya he hablado anteriormente de cómo María se me revela como una intermediaria en ese querer conocerme, saber quién soy, camino largo de búsqueda para ir desprendiéndome de las máscaras con las que me he ido protegiendo. Conócete a ti misma me dice María en sueños, tal como escuché en el oráculo de Delfos. Rafael Cadenas en su libro a Rilke le escribe: pasé a tu lado y no te vi.  Yo no he visto antes a María con atención ¿Qué hubiera sido de habérmela encontrado en mi juventud, en primero de Filología cuando el profesor Ortega Muñoz nos hablaba de ella? Quizás me hubiera ahorrado algunas adversidades, pero no la vi. El autoconocimiento es uno de los legados de la filosofía de María; así como la obligación de ser persona en democracia, y su afán por la justicia, el amor, la igualdad y la Paz. María suscribiría estos versos de la poetisa palestina Fadwa Tuqan. “si yo pudiera llenaría este planeta/ de semillas de amor (…) si yo pudiera, si en mis manos estuviera/ eliminaría de este planeta/ la pesadilla de la guerra. 

En cuanto a sus libros dejo que las lectoras y lectores de este periódico que se acerquen a mi libro Leyendo a María Zambrano y que aún no la hayan leído decidan, según a donde sus entrañas se inclinen, por donde empezar. Yo como ya he contado en esta entrevista, me inicié con Delirio y destino donde me fui encontrando.

J.M.: Podría hacerte muchas más preguntas, pero no quiero desvelar más del libro. Me parece una obra importante que merece ser leída con detenimiento y sacar de ella las propias conclusiones a medida que uno se va explorando internamente. ¿Qué añadirías a esta entrevista que creas importante y que yo no haya mencionado?

LV. Juana, no me queda más que volver a agradecer tu escucha, este tiempo que has dedicado a la entrevista y a la lectura atenta de mi “librico” (con este diminutivo citaba María a De la aurora). Podría ser también una entrevista inacabada, inconclusa, pero me gustaría cerrarla citando las palabras con las que tú comienzas:  ”Recomiendo su lectura, no solo por el hecho de querer profundizar en la obra de María Zambrano a través de los ojos de Lola, sino porque te ayuda a profundizar en ti”. 

                                   Juana María Fernández Llobera

 

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