
‘María Cayuela’
La interesante y profunda Obra de Teatro de Rosa Campos
Buenas tardes, Rosa.
Nos hemos reunido hoy para hablar de tu obra de Teatro ‘María Cayuela’, que me ha parecido muy interesante por todos los temas que va tocando.
J.M.: Me gustaría que nos contaras cómo nació la idea de escribir esta obra de Teatro. ¿Te la planteaste de entrada tal como aparece publicada? Es decir, que el mayor peso lo llevara el personaje de María Cayuela.
R.: Buenas tardes, Juana María. Encantada de hablar de nuevo contigo sobre libros, y me alegra que la lectura de ‘María Cayuela’ te haya parecido de interés. Al principio la tenía ideada más como novela, de hecho así la inicié, hasta que me di cuenta de que ponerle voz y mirada, sin más ambajes, a los acontecimientos y experiencias que vivió era lo que podría dar un contenido más significativo a lo que quería contar sobre ella. Leer y escuchar una obra de teatro es, quizá, más impactante por lo directo del mensaje, y lo que ahí narro quería que llegara lo más hondo posible.
J.M.: El momento elegido es el Otoño de 1975 y el lugar es un pueblo del interior del sureste peninsular. ¿Puedes explicar a nuestros lectores las razones de esa elección?
R.: La estación de ese año tan representativo en España, me pareció la más indicada. Estábamos a punto de cerrar la puerta a una dictadura y de abrirla a un irremediable cambio político, la que se cerraba afectó a la vida de María enseñándole sus fauces más fieras, en la que se abría estaba la esperanza de la vida por venir, reflejada en Rocío, la joven que quiere conocer a través de la escucha, y en la propia María, siempre preñada de futuro. 1975 podemos considerarlo un año bisagra entre dos épocas que nunca deben pasar desapercibidas a nuestra mirada. También es porque son fechas que sincronizan con mi adolescencia y, ya desde entonces, ser consciente del valor de la trayectoria de aquella mujer.
El pueblo es Calasparra, que pertenece al noroeste murciano, el pueblo de María y el mío, donde éramos vecinas de la misma calle. Había un estrecho vínculo de amistad entre ella y mi familia.
J.M.: Encontramos otro personaje, que es Rocío. ¿Puedes contarnos qué relación tiene con María Cayuela para que nuestros lectores comiencen a ver por dónde va la obra?
R.: Rocío es su vecina, que en ese momento tiene 16 años. A ella va dedicada toda la conversación, y, paralelamente, a cualquier persona que se sienta aprendiz, con ganas de conocer la historia contada por alguien que también la hizo, y que sobrevivió a una guerra desde unas trincheras muy diferentes a las que los libros de historia nos cuentan, y que considero necesario que dejen de ser desconocidas. Surge entre ambas una relación intergeneracional que ha propuesto la más joven y que acepta con todas sus ganas la de más edad, porque comprende que la vida se nutre con la transmisión que hemos recibido y con la que aportamos.
Pensé en la forja de este diálogo entre dos generaciones tan diferentes en una apuesta decidida por la narración, necesitamos que nos cuenten historias, porque el futuro se construye sabiendo del pasado.
J.M.: Narra María Cayuela que viene de una familia de agricultores medieros de tierras de secano. En esas tierras junto a sus hermanas se hizo fuerte y aprendió a segar el trigo y la cebada. Explica que tenía mucho brío y que no había segador que le pillara la delantera. ¿Es un valor que quiere transmitirle a Rocío el de la lucha por salir adelante?
R.: Sí, y esa es una verdad que en el pueblo se sabía y se decía con admiración. María agradece que Rocío se interese por esa cuestión, y hablarle sobre ello sabe que repercutirá en que aumente la confianza en las posibilidades de lo que podemos hacer las mujeres cuando la necesidad lo requiere. Es la manera de decir que, si para que nos den trabajo y nos respeten tenemos que demostrar que sabemos y podemos hacerlo como el más aplicado, incluso mejor, pues se hace, porque nos sentimos capaces, y porque, cuando menos, no queda otra que intentarlo si queremos conseguir nuestros objetivos. Eso es algo que siempre han hecho las mujeres en el mundo laboral, poner todo el esfuerzo, muchas veces mayor que el de los hombres, para conseguir trabajo, aunque no siempre ha sido reconocido. ¿Por qué a María si se le reconocía?, porque era demasiado visible, ya sabemos que en un tajo de campo agrícola, con igual faena por delante, es fácil comprobarlo, aun así, ese reconocimiento también dice mucho del ser humano, de esa nobleza que en el fondo tenemos si le permitimos que asome; admirar lo que hace otra persona nos ennoblece, y yo he tenido la suerte de conocer a gente así, y eso es lo que he querido reflejar, porque se lo he escuchado decir con aprecio a varias personas.
J.M.: Hablas en la obra, a través del personaje de María Cayuela, de las penalidades que sufrieron las personas en la Guerra Civil Española. De hecho, una de las cosas que la protagonista tiene que hacer cuando los hombres están en el frente, para poder sobrevivir, es la de hacer un trabajo que nadie más se atrevió a hacer tras irse quien lo realizaba a las trincheras. Sin duda María Cayuela era una mujer con mucha fuerza. ¿Fue precisamente esa determinación lo que hizo que quisieras hablar de ella?
R.: Era una mujer de resoluciones, con brío, como bien indicabas antes, y con una fuerza de voluntad descomunal, mucho más poderosa que su fuerza física, de la que tampoco andaba escasa. La decisión de afrontar ese trabajo que ni antes ni después del paréntesis que supuso esa guerra, había llevado a cabo ninguna mujer, sí influyó, como también me impulsó su manera de ir haciéndose experta en todos los oficios, por duros que fueran, que ella veía que podía ejercer para dar de comer a sus hijos, así como la manera de mirar con humor ciertas circunstancias, y esa fina ironía con la que aliñaba las dificultades que le iban acaeciendo.
J.M.: Apresan al marido de María Cayuela no por haber hecho nada sino por ser hermano de alguien que había cometido algunos hechos contra los del ejército sublevado que estaban bajo las directrices de Franco. No muere fusilado, sino porque no es atendido cuando estaba enfermo en la cárcel. Hecho muy duro para María Cayuela y sus hijos. Hay que ser muy fuerte para sobreponerse a eso y sacar adelante a tus hijos. ¿Crees que es por sus hijos que sigue luchando a pesar de las circunstancias adversas que tiene? ¿Te llamó la atención su inteligencia al no vengarse de primeras para poder seguir adelante?
R.: Sus hijos son el gran motor que la mueve, estoy segura. Pero además está ella, que se siente sujeto digno de lo mejor, entendiendo por lo mejor esos valores que nos humanizan haciendo confortable nuestro interior, que nos inquietan para movilizarnos cuando hace falta, y que nos inducen a que habitemos con el mayor sosiego posible dentro de nuestra piel.
Y te agradezco esa observación que haces acerca de su inteligencia, así es, ella elije no vengarse porque es inteligente y sabe ver más allá. Percibe lo que hiere a las claras, también a quienes se disfrazan de mansos siendo dañinos, son maneras de estar en la vida que María rechaza, y aunque en un primer momento pueda pasar por su mente devolver los golpes, no lo elige porque sabe que en su fondo no lo necesita.
J.M.: Pasado un tiempo de quedarse viuda, entabla una relación con un hombre por el que sintió de muy joven atracción, pero hay una hija que no quiere que se case o tenga relaciones con él, así que, ante la presión por varios frentes, decide cortar esa relación. Me gusta que hayas sacado ese tema porque muchas mujeres no hacían lo que sentían precisamente por la presión de la familia y de la sociedad. ¿Crees que ahora es muy diferente o sigue la mujer cediendo ante dichas presiones?
R.: Las posibilidades de decidir con quien quieres compartir tu vida son reales, y creo que las mujeres han abierto una buena brecha para que así sea, aunque no siempre les resulte fácil. No obstante, aún falta mucho camino por recorrer, tanto en las relaciones entre hombres y mujeres como en las del mismo sexo.
María también fue pionera en dejarse ver con quien ella quería, aunque luego las cosas se torcieran, pero sí supo decir aquí estoy yo y este es el hombre al que ahora amo.
J.M.: El enclave temporal en que la protagonista nos cuenta su vida tiene lugar en una noche poco antes de que entre noviembre de 1975, y el espacial es su casa, que está amueblada con humildad. Allí, gracias a que la puerta de la casa de pueblo se mantenía abierta, pudiste verla muchas veces, algunas de ellas con su tabla de modista acoplada con la curva a su cintura, con una tela que convertiría en camisa, dibujándola con jaboncillo azul. El trabajo de modista también le ayudó en tiempos de guerra y posguerra a seguir adelante. ¿Esa imagen también contó en que quisieras hablar de ella?
R.: Ante tu pregunta, me viene rápidamente a la memoria su imagen y parece que la estoy viendo como si no hubiera transcurrido tanto tiempo. Hay que ver de cuánto ha salvado la aguja y el hilo a las familias, aunque haya sido solo para coser las ropas de los suyos. Qué monumento se merecen las mujeres, por tantas tareas, entre ellas por la de coser para su familia, una labor que, de no haber habido quien la realizara desde lo cotidiano, y sin remunerar, nuestra presencia sería más desastrada y lo confortable hubiera estado bajo mínimos. María, además de coser para los suyos, se hizo maestra practicando hasta deshoras, hacer bien las cosas que creía que podía realizar era para ella un reto autoimpuesto, porque si quería conseguir trabajo de quienes podían pagarlo, puesto que entre la gente de su entorno social pocos encargos podían hacerle, sabía que ese era el camino. Y se hizo modista, con especialidad en camisas y ropa interior masculina. Yo escuché más de una vez (y no por boca de ella) que sus camisas eran las mejor cosidas del pueblo.
J.M.: Gracias a tu prima María Campos López, contactas con Yolanda Navarro Ruíz, cuya bisabuela es precisamente María Cayuela (María Pérez Marín). ¿Cómo fue el encuentro con Yolanda y Dolores, que es la madre de Yolanda, y nieta de María Cayuela?
R.: Se dice que nada es casual sino causal, y creo que es una frase acertada. A Yolanda le agradó que mi prima le dijera que yo estaba escribiendo sobre su bisabuela, a la que tuvo la suerte de conocer. Nos pusimos en contacto y quedamos un verano en Calasparra, donde solían venir durante las vacaciones desde Barcelona. El encuentro fue entrañable por todo lo que hablamos sobre María, a la que ambas quisieron y admiraron. Dolores me contó también situaciones de su propia vida que darían para otra novela, de cuyas experiencias extraeríamos una gran riqueza. Surgió un precioso vínculo entre nosotras, tanto es así que cuando se presentó por primera vez el libro vino toda la familia desde varias regiones de la península, más la que vive en Calasparra. Fue un encuentro de mucho calado, en el que Yolanda, en nombre de toda su extensa familia, dijo unas luminosas palabras. Eso indica el gran cariño que sienten por esta enorme mujer.
J.M.: Creo que ya he dado suficiente información para que nuestros lectores se hagan una idea. ¿Tienes algún proyecto comenzado, o en mente, del cual nos puedas adelantar algo?
R.: Tengo poemas, también texto en prosa, iré pensando si los veo para sacarlos a la luz. Además, tengo artículos en proyecto… Sigo escribiendo, a veces menos de lo que quisiera.
J.M.: Para terminar la entrevista, ¿qué te gustaría añadir para redondearla y que creas que es importante que conozcan nuestros lectores?
R.: Antes que nada, quiero agradecerte tu manera de leer a fondo esta historia y querer que hablemos sobre este libro que, permíteme decir, presentaremos el miércoles 10 de diciembre en Santander, en el Ágora Solidaria Cultura y Memoria Luis Toca, un encuentro al que me hace mucha ilusión acudir. Y adelantar que hay un anhelado proyecto en marcha, reivindicado también por lectores, que se iniciará en Calasparra, sobre el que habrá más información dentro de poco.
La intrahistoria está tejida en muy buena parte por mujeres cuya aportación a la sociedad ha sido trascendental, sin su manera de enfrentarse a las dificultades buscando salidas que beneficiaran al conjunto, el devenir hubiera sido más caótico. El darle voz a María Cayuela es adentrarnos en su singularidad, pero también en lo que tiene de común con tantas mujeres que han hecho posible que el mundo no se caiga y que miremos hacia un horizonte en el que solo se avanza con valores que aportan calidad al vivir, y que es fundamental reconocerlo.
Juana María Fernández Llobera

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María Cayuelapublicada el ( 30 nov 2025 ) por Miquel |
| Excelente. Como siempre. Encantadora entrevista. Enhorabuena. |
