CRÓNICAS HIPATIA
Autor: Redacción
Imagen: OCASO, Valldemossa, Mallorca, 2012 (Gloria Quiroga)
LA ALQUERIA DE “WADI MUZA”
Conocemos de las denominadas “musas” por los documentos que nos llegan de la antigua Grecia. Las “mousai” (antiguo griego) fueron objeto de un óleo sobre lienzo realizado por el pintor John Singer Sargent (1856-1925), pintura que salió a la luz entre 1916 y 1921, según algunas fuentes. La bella pintura refleja a un Apolo rodeado de nueve musas que bailan a su alrededor. Las “mousai” representaban las diosas del arte, especialmente de la música, canto y danza.
Parecería que Wadu Muza habría dado nombre a la villa mallorquina de la Vall de Mossa (el valle de la musa); sin embargo, no parece ser así, según investigaciones de la toponimia de la localidad. La locución “wadu” podría signifiar “valle” en árabe. Pero “muza” no sería “musa”, sino el nombre del señor musulmán dueño de la alquería. Así, Valldemossa, significaría el valle del noble Muza.
Sea como fuere, esta villa ha recibido durante su historia a importantes artistas y literatos. Recordemos la visita del maestro Frederick Chopin (1810-1849), el notable pianista de hermosas composiciones, precisamente algunas de ellas escritas en Valldemossa.
Ferrà i Martorell, el 8 de abril de este año (Última Hora, Palma), nos recordaba también al famoso escritor nicaragüense, Rubén García Sarmiento, más conocido como Rubén Darío. Este autor, dejó unos poemas de regalo a la bucólica población de la Tramontana mallorquina:
“Vago con los corderos, y con las cabras trepo
como un pastor por estos montes de Valldemossa,
y entre olivares pingües y pinos de Alepo,
diviso el mar azul que el sol baña de rosa.
Y en tanto que el Mediterráneo me acaricia,
con su aliento yodado y su salino aroma,
creo mirar surgir una barca fenicia,
una vela de Grecia, un trirreme de Roma.
Y me saca de mi éxtasis la dulce mañana,
al oír que del campo cercano llegan unas
notas de evocadora melopea africana
que canta una payesa recogiendo aceitunas”
**
El famoso poeta, algunas veces criticado por su conducta y forma de ser, no cabe duda era poseedor de un corazón de los más sensible y romántico. Sirva esta modesta crónica como recuerdo del conocido rapsoda, que desde mares lejanos llegó a Mallorca y se enamoró de nuestra Tramontana.
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