"LA LARGA MARCHA DE LAS MUJERES CHINAS"
HIPATIA Asociación Intercultural

"LA LARGA MARCHA DE LAS MUJERES CHINAS"

Un amplio ensayo de María José Palma Borrego sobre la desigualdad

María José Palma Borrego | 4 jun 2025


‘La larga marcha de las mujeres chinas’

Un amplio ensayo de María José Palma Borrego

sobre la desigualdad 

 

Nos hemos reunido para hablar de tu ensayo ‘La larga marcha de las mujeres chinas’, que me ha parecido muy interesante porque has llevado a cabo una investigación muy amplia sobre la desigualdad de las mujeres en China, algo que se desconoce bastante en España. 

J.M.: Antes de adentrarnos en tu ensayo, me gustaría que nos hablaras de ti, que contases a nuestros lectores dónde naciste, en qué lugar resides ahora, cuál es la razón de que estudiaras Filología Francesa, qué te llevó a estudiar Psicoanálisis y Literatura Femenina en París, a qué te dedicas aparte de a escribir, qué otras etapas han sido importantes en tu vida, y todo lo que consideres de interés para un acercamiento.

M.J.P.B.: Hola Juana, gracias por hacerme participar en Hipatia, gracias. Nací en Sevilla y a pesar de haber hecho filología francesa no era realmente eso lo que me apasionaba, sino la psicología, pero corrían tiempos en que en Sevilla todavía no se podía hacer esta especialidad que tenia como centros Madrid y Barcelona. Hice francés pues mi padre era un gran apasionado de la cultura francesa y me ofreció esta posibilidad y la escogí, porque lo que tenia claro es que quería estudiar. Mar tarde cuando me fui a Paris retomé la vieja idea e hice psicoanálisis y semiótica en Paris 7, que entonces era Jussieu, y literatura que siempre ha sido mi primera opción. Escribo desde los 14 años y es para mi una forma de vida, incluso ahora escribo todos los días. La escritura configura mi identidad a lo largo del tiempo. He sido profesora de francés durante bastante tiempo y eso lo compaginaba con dos cosas mi análisis personal, y la investigación en critica literaria. Obtuve mi doctorado en 1996 sobre el tema de la critica al sujeto metafísico y la posibilidad de articular un “sujeto femenino” de deseo. Más tarde, hice un Master de historia contemporánea en la Autónoma de Madrid y durante 10 años, llevé a cabo la recogida de testimonios femeninos de la guerra, posguerra, cárceles y exilio y centré mis estudios en la noción de trauma en conflictos bélicos, todo ello de forma paralela a la práctica clínica. Por propia experiencia me interesa sobre todo la riqueza que supone la diversidad cultural, de ahí mi último ensayo titulado La Larga Marcha de las Mujeres chinas, recién salidito de la imprenta.

J.M.: El prólogo de tu obra es fruto de Ana Margarita González García. En el comienzo del mismo, expresa:

‘Este libro nos presenta una investigación amplia y rigurosa sobre la desigualdad de las mujeres en China desde los tiempos de Confuncio hasta la actualidad, teniendo en cuenta una perspectiva histórica, centrándose especialmente en la desigualdad de género, en sus determinaciones cáusales y en la influencia de ésta en las distintas etapas de su recorrido a través de los momentos que marcaron la historia del país’.

¿Cómo surgió el hecho de que Ana Margarita prologara tu ensayo? ¿Cuál es la razón de que decidieras hablar sobre la desigualdad de las mujeres en China? 

MJ.P.B.: Ana Margarita es mi compañera de vida y la colaboración surgió sin demasiados problemas, ella me sigue en todos mis libros. Las razones por la que yo he escrito el ensayo sobre las mujeres chinas son varias y datan de mi estancia en Paris en donde conocí a muchas mujeres orientales. Lo que me fascinó y me sigue fascinando todavía es la escritura, esa mezcla entre pintura y contenido “lingüístico” que poseen los ideogramas chinos. Anteriormente, en los años 70 estuve en un partido chino y tuve una formación maoísta y posteriormente, durante mucho tiempo, he leído novela e historia china que me parece un país demasiado desconocido, incluso ahora que se está abriendo a Occidente.

De China conocemos tan poco que a todos los orientales les llamamos chinos y no es así. La cultura china con sus tres mil años de vida es tan poderosa que supera incluso en tiempo a la cultura occidental.

J.M.: En relación a las mujeres chinas, expones en tu obra lo siguiente:

‘En el sistema patriarcal chino, y por lo tanto en la sociedad con- fuciana, conceptualizada como patrilineal y patrilocal, las mujeres son consideradas como una posesión familiar que hay que mantener a cambio de sus servicios reproductivos, de crianza y de su trabajo doméstico, que, en el caso de las campesinas, se extiende al cuidado de los animales. Algunas veces, éstas pueden contribuir a los ingresos familiares por su trabajo en la agricultura o en actividades artesanales.

M.J.P.B.: En la jerarquía social, Confucio clasificaba a las mujeres al mismo nivel que los esclavos y eran consideradas como «pequeños hombres» o «hombres inferiores». Este tratamiento, en la cosmogonía confuciana, conlleva un alto grado de opresión y de sometimiento de las mujeres en la familia feudal china. Por esta razón y por la justificación de dicha opresión, a Confucio se le reconoce también como «el comedor de mujeres»’.

J.M.: ¿Puedes explicar a nuestros lectores la razón por la que crees que él adoptó esa postura que es similar a la de otros países? ¿De dónde crees que parte el hecho de que a lo largo de los siglos nos hayan considerado inferiores?

M.J.P.B.: La cultura confuciana ha existido, de forma hegemónica, durante tres mil años o más, lo que deja bastante huella, pero, además, a mi entender, las estructuras patriarcales son el único universal que existe hoy día con más o menos niveles de representación y de práctica. Estas estructuras dan valor, en una relación de poder, a las cosas y a las personas estableciendo, a través de los discursos y de la cultura, que las mujeres seamos inferiores. En la China rural se igualaba las mujeres a los animales, por ejemplo. Una de las estructuras más radicales en la opresión de las mujeres es el matrimonio, en China hasta muy entrado el siglo XX, las mujeres que se casaban por designio de los padres varones iban a casa de los suegros, pero éstas debían obediencia a la suegra, al ser la mujer anciana de la casa, al hermano y al esposo y a su hijo varón por ese orden y tenían que llevar su propia comida. Para sintetizar, mucho trabajo y pocos derechos. Además, la esposa que llegaba debía entrar en competición con las demás esposas y concubinas lo que generaba entre ellas una lucha feroz y si por casualidad no tenia hijos varones, pues se quedabas la última en la jerarquía, aunque anteriormente hubieras sido la primera esposa. Bueno, si hacer que las mujeres chinas se configuraran así es comer, pues, en efecto Confucio es o era “un comedor de mujeres”.

J.M.: En tu ensayo hablas de matrimonio de transferencia aplazada y el matrimonio de compensación. ¿Podrías explicarles un poco a nuestros lectores las diferencias existentes?

M.J.P.B.: En la China confuciana ha habido muchos tipos de matrimonio, las mujeres se podían casar con un espíritu, aunque este tipo de matrimonio se daba solamente en el delta del rio de las Perlas, en Cantón al sur de China. Dicho matrimonio es concertado por la novia que busca a una familia a la que llevar su tablilla mortuoria, en contrapartida, ella se ofrece a cuidar de la familia del marido muerto.

Otros tipos de matrimonio son los que me preguntas. El de transferencia aplazada se basa en el mantenimiento de la residencia en el lugar de nacimiento de la mujer después del contrato matrimonial por un periodo en torno a tres años. Posteriormente cuando la mujer se quedaba embarazada, se trasladaba o transfería a la casa del marido sometiéndose a la suegra y perdiendo las relaciones sociales con su pueblo natal.

Otra forma de matrimonio es el de compensación, el cual se basaba en la negativa de la mujer a tener relaciones sexuales con el marido y, por tanto, no tener hijos para el grupo domestico del esposo. Este tipo de matrimonio era de hecho y no de derecho, para llevarlo a cabo, la esposa compra a otra mujer para que la sustituya en sus obligaciones domésticas, sexuales y de servicio, sin embargo, la mujer casada de esta manera no perdía su estatus de derecho de ser la primera esposa pertenece, aunque pertenecía  siempre a la familia del marido en donde debía volver para morir, en el caso en que no viviera en la misma casa, ya que era allí donde una mujer tenía sus tablillas funerarias.

J.M.: Una de las cuestiones que me produce mucho rechazo es la compra de las niñas desde la infancia para casarlas. En tu obra expones:

‘Los rasgos fundamentales de la familia según Confucio se manifiestan a través de la firma de un contrato entre las familias que tienen nombres diferentes y que se presenta bajo la forma de la venta y la compra de las niñas desde la infancia’.

M.J.P.B.: El matrimonio como lo hemos señalada anteriormente es arreglado por los padres de los que se van a casar. La futura esposa puedes ser una compañera de juegos de su futuro marido, pero siempre tendrá una posición inferior ya que se dedicarás a las tareas del hogar bajo la autoridad inalterable de la suegra como veremos más tarde’.

J.M.: ¿Cuál crees que es el punto en común para que en determinados países tengan la costumbre de establecer parámetros similares y que se produzca el matrimonio con niñas?

M.J.P.B.: Hay varios elementos en el matrimonio con niñas. En primer lugar, me parece que es un intento de alargar en número de hijos varones, en lo posible, en el interior de una familia. 

Otra cuestión sería en que existen culturas en que el desarrollo de las niñas se hace desde los 10 años y por eso se consideran maduras para procrear. En todo caso, es una forma de ejercer el poder de los hombres hacia las mujeres.

J.M.: En tu obra expresas que el periodo de la vida en donde las mujeres tienen un cierto poder es cuando se convierten en suegras. ¿Puedes explicar un poco a nuestros lectores ese hecho?

M.J.P.B.: Esto tiene que ver con la figura de la madre que al ser mayor tiene un cierto poder y con el concepto mismo de familia china. La suegra es la que no tiene que competir con las esposas. Por otra parte, la veneración de los chinos fundamentalmente varones por la madre no está lejos de nuestras culturas occidentales. 

J.M.: Hablas en tu libro de los pies de loto o lis de oro, cuya práctica se remonta, como indicas en él, al principio del siglo X. Expones que:

‘Las mujeres de todas las clases se someten a esta regla de tortura, pues tener los pies vendados se convierte en la posibilidad de tener un reconocimiento personal y hacerse reconocer por la familia del esposo: prueba innegable de su capacidad de obediencia y de sufrimiento a toda la familia de éste’.

A mí me parece una práctica horrible, que deja atrofiados los pies con una forma que para nada me parece bella. ¿Crees que el miedo era tan grande que esa era la causa de que durante mucho tiempo se hiciera? ¿En la actualidad en algún caso se produce esta práctica?

M.J.P.B.: No creo que fuera miedo, al menos conscientemente. Los pies de loto evidentemente tienen una función de control del cuerpo de las mujeres, que lo encontramos también, de manera más sibilina, en los tacones de aguja que utilizan las mujeres occidentales o en los corsés.  Recuerdo haber visto en Montreal, en el museo de las mujeres, una sala en donde se podía ver las deformaciones de la columna vertebral a causa del corsé. Teniendo en cuenta que el pie es un fetiche dentro de la cultura china y japonesa, no es de extrañar que se considere los pies de loto como algo bello. Mas tarde, Mao eliminará esta practica que se va a mantener hasta los años 1930.

No creo que se mantenga, pero es muy difícil afirmar que no se dan los pies de loto sobre todo en la china rural. Lo desconozco.

J.M.: Expones en tu ensayo que uno de los ejemplos más claros de la influencia del cristianismo en las mujeres chinas fue Zenko Bao-sun. ¿Puedes contarles a nuestros lectores algo sobre ella y qué destacarías?

M.J.P.B.: La entrada del cristianismo en China se da fundamentalmente a partir del siglo XIX con las políticas colonialistas de ingleses y franceses. Su influencia es poca en las zonas rurales, pero en las ciudades, sobre todo en la clase culta y administrativa la influencia es importante. Zenko Bao-sun pertenece a esta clase. Nace en 1893 en una familia prominente y culta y perteneció al clan Zeng de la provincia de Hunan. Además de ser una destacada educadora cristiana -se forma en escuelas inglesas- fue una destacada política china y literaria en el siglo XIX. Después de una larga carrera en la política china y occidental, Zeng abandonó China y se estableció en Taipéi, la capital más importante de Taiwán, en donde muere en 1978.

J.M.: Hablas en tu obra de una pionera del feminismo chino llamada Qiu Jin, nacida el 8 de noviembre de 1875 en la provincia de Fujian. ¿Puedes explicarnos un poco su labor para ser considerada como tal?

M.J.P.B.: Voy a dar algunos puntos biográficos de Qiu Jin para situarla en su contexto. Nace en Fujian el 8 de noviembre de 1875 y muere el 15 de julio de 1907. Su vida se caracteriza por defender los derechos de las mujeres, en eso, ella pone su punto de mira sobre el tema de la libertad de las mujeres de casarse según su voluntad, ya sabes, en esa época los matrimonios eran arreglados por los padres, también es muy importante su lucha contra el vendado de los pies. Marcha a Japón a estudiar dejando a sus hijos en China, lo que fue extremadamente criticado. Mantuvo durante toda su vida una ideología de izquierda y es reconocida también por vestir ropa de varón. ¡Ah! También decir, que fue una magnifica poeta y ensayista, reconocida internacionalmente.

J.M.: Hay un capítulo que dedicas a la situación de las Mujeres en la China de hoy, subdividido en distintos apartados. En uno de esos apartados hablas del movimiento Metoo. ¿Puedes explicarles a nuestros lectores cómo se inició dicho movimiento y qué persigue? 

M.J.P.B.: La entrada de las ideas occidentales en China como el Metoo. Las mujeres chinas reivindican con este movimiento su liberación y la desaparición de las prácticas sociales y culturales que las oprimen. En este sentido, intentan eliminar las violencias contra las mujeres que todavía se considera tabú, por ejemplo. Desde mediado de los años 2000, grupos feministas no institucionales han denunciado públicamente, con acciones simbólicas y con debates, las violencias machistas, los casos de violación, las discriminaciones en el puesto de trabajo etc. Como vemos, son los mismos temas por lo que luchamos también las mujeres occidentales, por eso, vuelvo por donde empecé, el patriarcado es universal.

J.M.: Hablas en tu obra de la ley del matrimonio de 1950. ¿Qué cambios representa dicha ley en relación con lo anterior existente? 

M.J.P.B.: Antes de la ley del matrimonio de 1950 hubo pequeñas reformas en las leyes con respecto a las mujeres y sus derechos civiles, pero es con la ley de 1950 que se consigue los mayores cambios es la estructura familiar, con lo que se atacaba las estructuras patriarcales que establecía la familia confuciana. Esta ley tiene dos objetivos fundamentales: la lucha contra la antigua familia confuciana y el hecho de dar más responsabilidad a las mujeres, pero sobre todo lo novedoso es que va a comenzar la lucha contra la moral burguesa. Esta moral burguesa que se oponía a que las mujeres ejercieran sus responsabilidades de madres y de ciudadanas (que no tiene que ver con lo que en occidente la entendemos sino como el hecho de estar en contra de las tesis del partido comunista chino de Mao Tse tung). 

La ley de 1950 abría la vía a las mujeres para su emancipación del confucionismo y de las estructuras maritales establecidas por éste. En definitiva, fue un soplo de aire fresco para las mujeres en busca de sus derechos. Paradójicamente, esta ley tuvo el rechazo de las mujeres sobre todo en el mundo rural y en las capas proletarias urbanas, aunque menos, aquí vemos como es difícil cambiar las mentalidades.

Hay que señalar también la lucha llevada a cabo por el Partido Comunista Chino, y las mujeres que militaban en él, contra la familia patriarcal como objetivo prioritario dejando de lado el exclusivo hecho de ocuparse de las masas y así dejar paso a las exigencias femeninas. En fin, creo que fue un paso importantísimo de las mujeres chinas dentro del partido que repercutió en la liberación de todas.

J.M.: Podría preguntarte infinidad de cosas más, pero sería desvelar demasiado de tu ensayo, y lo interesante es que se lea en su totalidad. Para terminar, ¿qué añadirías que consideres importante?

M.J.P.B.: Me gustaría que las mujeres, feministas o no, leyeran este ensayo para que pudieran constatar que, con ciertas diferencias culturales e históricas y lingüística, las mujeres occidentales no estamos muy lejos de ellas en la lucha por nuestra liberación. Y una vez más agradecerte la oportunidad que me has dado para que esto sea posible. Gracias Juana.

                                                     Juana María Fernández Llobera

Las actividades del Centro Intercultural Hipatia están apoyadas por la Fundación Guillem Cifre de Colonya Caixa Pollença y por el Consell de Mallorca.

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