La voz profundamente personal de Ana Enriqueta Terán
Me duele en el alma el que cuando pregunto si conocen a Ana Enriqueta Terán, muy pocos me dicen algo respecto a esta gran poeta venezolana, galardonada en 1989 con el Premio Nacional de Literatura de su país, año en el que recibió un doctorado Honoris causa de la Universidad de Carabobo, que es una de las principales y más prestigiosas universidades de Venezuela.
Os preguntaréis cómo supe de ella. Había estado estudiando los inicios y trayectoria del Grupo <
La creación poética de Ana Enriqueta Terán caracterizada por la exigencia formal, el profundo conocimiento de los clásicos españoles, en especial Garcilaso De la Vega y Góngora, aunque también, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, pueden observarse en sus obras: Al Norte de la Sangre (1946), Verdor Secreto (1949) y Presencia Terrena (1949). En ‘Verdor Secreto’ , Juana de Ibarbourou en el prólogo, afirmaba que <
Nace en Valera el 4 de Mayo de 1918, momento en que su pueblo está próximo a cumplir el centenario de su fundación. La poeta en su adolescencia participa en el homenaje a Alberto Larriva con el recital de sus “Décimas Andinas” y sale triunfante y Andrés Eloy Blanco expresa: ¡Esta poeta es hechura mía! Durante el año 1944 ella se dedicaba en silencio a escoger su primer poemario. Publica su primer libro Al Norte de la Sangre en 1946 , bajo el sello de Ediciones Suma y con la preparación de Enrique Planchart.
En la Embajada de Venezuela en Argentina, ocupa el cargo diplomático de Agregado Cultural en 1949 y conoció allí al Presidente Juan Perón, a Eva Perón, al poeta y diplomático chileno Antonio Undurraga y al marinero español y exiliado Rafael Alberti con quienes hace amistad. Alberti fue compañero de ella en el estudio de las formas clásicas de la poesía castellana, como también la acompañó en tertulias y recitales. Ella regresa a Venezuela en el año 1952, después de renunciar a su cargo por motivos de salud, después se va hacia París, donde reside hasta el año 1954. Retorna a Venezuela a causa de la enfermedad de su padre, se instala en Valencia, donde vive muchos años. En 1955, se casa con el Ingeniero José Boetegui y se residencian durante varios años en La Entrada. En 1959 fue presidenta del Ateneo de Valencia. Su hija Rosa Francisca nace después de perder su primer hijo.
En el año 1967, comenzaría el poemario Libro en Cifra Nueva para Alabanza y Confesión de Islas , y añade luego poemas escritos en Valencia, en San Antonio de los Altos y en Margarita. Permaneció en Morrocoy hasta 1967, y es donde crea el texto Libro en Cifra nueva para Alabanza y Confesión de Islas , allí también inició su libro Música con Pie de Salmo , publicado en 1985. En 1967 escribe el Libro de los Oficios publicado en 1975. Este es un texto clave en la historia de la poesía venezolana, siendo galardonada con el premio Nacional de Literatura, un poemario que acerca al lector a lo cotidiano para volverlo mítico. También vive en San Antonio de los Altos motivado al trabajo de su esposo, después de haber estado un tiempo en Valencia y Morrocoy. Se muda a Margarita, donde comienza a escribir algunos textos de Casa de Hablas (1975-1980). En 1980, de vuelta a los Andes, se residencia en Jajó, porque quería envejecer al lado de su hermano Daniel, quien muere en Julio de ese mismo año. En este pueblo terminará Casa de Hablas, Libro de Jajó y Casa de Pasos , (retorno a sus vivencias de niña).
Se ha hablado, en multitud de ocasiones, de la estrecha vinculación de la poesía de Terán a la naturaleza , su íntima conexión con el mundo y con todas sus potencias, y sin duda para explicarla hemos de atender a esa presencia del misterio en el aquí y ahora. Por esa razón, la poesía de Terán resiste los envites del tiempo, es ajena tanto a la poesía de circunstancias como a la filosófica sensu strictu y muestra la condición del ser y su inquietud.
Ana Enriqueta Terán necesita marcar su voz no solo con el tiempo, sino también con los lugares. De ese modo, su poesía es de sitio, de lugar, una poesía de la geografía y del paisaje, transmutados en una ‘Casa de Hablas’. Para Terán, el paisaje o lugar es una Casa, y ésta es el Habla, el lenguaje poético.
Espero que esta pequeña reseña sobre la Porta venezolana, haga que os acerquéis a su obra, que es rica en matices e interesante.
Juana María Fernández Llobera
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