
Tras la hiedra
Todas las mañana abría la persiana de su habitación y respiraba profundamente el aire puro de la mañana, ya que vivía a lado de un bosque. Una hiedra situada en la pared de la casa contigua iba creciendo y ya había alcanzado su balcón. Un pequeño dragón procedente de ella se había adueñado de la pequeña terraza. Llamó a la dueña de la casa para que cortaran la hiedra. La cortaron y tras ella, nadie se esperaba lo encontrado: la puerta a un pasadizo. Allí encontraron a la niña desaparecida hace un año, en un cuarto. Otra puerta se abría del otro lado.
Juana María Fernández Llobera

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