
VIAJANTE
Silvano decidió no levantarse, era la única forma de terminar con ese tránsito que lo llevó a perderse en un extraño laberinto. Extendió la frazada sobre la totalidad de su cuerpo intentando reconciliar el sueño, no pudo hacerlo, pero el hecho de permanecer en posición horizontal, mirando el techo color blanco y las paredes de su habitación con una ventana a su izquierda, que daba al exterior, cumplía con sus expectativas de escasa movilidad en el futuro. Sentía que las piernas flotaban encima del colchón, entonces una sensación de legítimo placer abarcaba su organismo. En solo unos minutos dejó la mente en blanco, cómo le había indicado muchos años atrás un compañero proveniente de China. Bostezó, giró a su izquierda, luego a la derecha, cerró los ojos, y pudo ver nuevamente aquel caballo viejo, de mediana estatura, que, a paso lento pero seguro lo trasladaba junto a dos niños más a la escuela rural número catorce, en la Colonia Diaz.
Zhang Wei se llamaba aquel personaje chino, cuyo padre, Jian, había sido contratado para implementar el cultivo de hortalizas en las inmediaciones. Con él compartió momentos que marcaron su vida, tales como ingresar en una carrera técnico agrícola, y aprender a dejar la mente en blanco durante un determinado espacio de tiempo.
Silvano se especializó en regadíos de distinta índole, formando parte de un equipo dependiente de un organismo internacional que recorrió el norte de África y Oriente Medio incentivando la creación de plantaciones diversas, hasta que finalmente se estableció en El Cairo, Egipto. Allí contrajo matrimonio con Safiya, y tuvieron dos hijas, Shani y Fátima. Vivían en Zamalek, en la isla Gezira sobre el Río Nilo, donde permanecieron más de treinta años. Viajaron a su terruño en siete oportunidades, compartiendo así momentos con la poco numerosa familia de la lejana Sudamérica. Mucho tiempo después de la última visita Safiya fue diagnosticada de cáncer, y a pesar de dar pelea a la enfermedad y someterse a una serie de tratamientos interminables, finalmente falleció. Shani y Fátima ya estaban casadas y con hijos, por lo que Silvano, notoriamente envejecido, les informó que retornaba a su país de origen para siempre.
Se estableció en un pequeño departamento del radio céntrico de la capital, tramitó su jubilación, y se dedicó a escribir informes en relación con su experiencia en organismos internacionales vinculados a la producción de alimentos bajo la óptica social del cooperativismo. Le publicaron dos libros muy bien evaluados que incluso fueron traducidos en diferentes idiomas, y Justo cuando le pidieron uno tercero tomó la férrea decisión de cortar todo nexo con el mundo exterior. Una vecina, agrónoma de profesión y asidua lectora de su obra, fue quien se hizo cargo de traerle los pedidos del supermercado y alguna botella de ginebra. Y en una oportunidad, mientras guardaba en la cocina artículos de limpieza, Silvano le preguntó si podía encargarse de la encuadernación, a manera de archivo, de una considerable cantidad de hojas ya transcriptas en la pequeña impresora que estaba sobre una pequeña mesa, al lado de la cama. Obviamente su lectora aceptó el encargo, y cuando regresaba con aquel legajo desde una librería cercana, observó el contenido. Fue entonces que constató la repetición de una misma imagen: el dibujo de un caballo en movimiento montado por tres niños, con una serie de nombres distribuidos en cada encuadre.
Safiya, Shani, Fátima, Zhang Wei, Jian, Safiya, Shani, Fátima, Zhang Wei, Jian, Safiya, Shani, Fátima, Anubis, Orus, Lara, Nour, Layla, Anubis, Ordus, Lara, Nour, Layla, Destino
Destino, Destino, Destino, Destino, Destino, Destino, Destino, Destino.
A la vecina le llamó mucho la atención la secuencia del último concepto (Destino) hasta que Silvano, luego de observar rápidamente el trabajo, constatando que estaba debidamente anillado, comentó que era el nombre del viejo caballo que en su niñez lo había transportado, con dos compañeros más, desde su casa hasta la Escuela rural número 14 en la Colonia Diaz.
Emilio López Gelcich

Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.
