“XANOI” (IV): INTER-CULTURAS EN LAS ESCUELAS
HIPATIA Asociación Intercultural

“XANOI” (IV): INTER-CULTURAS EN LAS ESCUELAS

Texto: M. Palou-Bosch (Dpto. Investigación CI Hipatia)

Miquel Palou-Bosch | 25 nov 2025


Texto: M. Palou-Bosch (Dpto. Investigación CI Hipatia), 2025.

Imagen: 2017, Buenos Aires, Verónica Grandjean (MIGRACIONES E INTERCULTURALIDAD, pág.21)

FUENTES:

1) MIGRACIONES E INTERCULTURALIDAD –GUIA PARA EL DESARROLLO Y FORTALECIMIENTOS DE LAS HABILIDADES EN COMUNICACIÓN INTERCULTURAL. O.I.M –ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL MIGRACIONES O.N.U –MIGRACIÓN. Documento elaborado por la Oficina en Argentina. Dirección: Gabriela Fernández.

(http://www.argentina.iom.int/co/iombuenosaires@iom.int)

Coordinación: Mariana Beheran. Diseño: Verónica Grandjean. Edición: 2017, OIM

Nota: no se observa la autoría particular de los artículos del documento.

 

“XANOI” (IV): INTER-CULTURAS EN LAS ESCUELAS

 El texto (1, pp.23 y ss.) pone en cuestión determinadas conductas de los/as docentes/as al atribuir éstos “causas relativas a aspectos culturales para explicar el comportamiento” de los/as alumnos/as migrantes. Para ello, el documento de la OIM (1, ibíd.) refiere estudios de Neufeld (1999), Beheran (2009), Díez y Navaro (2009) y de Navaro (2011). Según estas investigaciones, los “problemas de aprendizaje” (1, ibíd.) no son patrimonio de los “estudiantes recién llegados” (1, ibíd.), sino también de los propios “al país” (1, ibíd.). Tampoco admiten, estos analistas, que existan, en general, problemas que surjan de las “culturas” de los estudiantes que vengan de procesos migratorios. Díez (2006: 811) señala (1, ibíd.) que “en ocasiones, las trayectorias de los niños, niñas y adolescentes migrantes se encuentran” en una cierta provisionalidad vital, lo que la autora denomina “transicionalidad o cambio permanente”. No debería confundirse este concepto de “transicionalidad” de Díez con el utilizado por Donald Winnicott (psicoanalista, 1896-1991), ya que este autor se refiere a elementos evolutivos de la psicología del infante, en cuanto a que el neonato y el bebé deben pasar por diversas transiciones de placer y displacer para adaptarse al mundo. No obstante, Díez se refiere, más bien, a la transición social de constantes cambios; por ello, prefiero denominar a esta experiencia como “provisionalidad social”. O sea, los educandos migrantes que vienen de una situación social traumática, en general siempre se encuentran con circunstancias eventuales, temporales, no definitivas, debiendo cambiar fácilmente de domicilio, “de tutores, de país, de escuela…” (1, ibíd.) y sumergirse en vivencias sociales complejas o constantemente alteradas. A esto hay que añadir, de todas formas, que la sociedad actual, según algunos observadores, se encuentra ya dentro de esta provisionalidad. Es difícil detectar a personas que se encuentren centradas en una determinada zona con trabajo permanente para toda la vida y los servicios esenciales de fácil acceso a su hábitat: escuela, centro sanitario, oficinas públicas, etc. En general, el individuo, posea estudios o no, deberá mentalizarse de que en su vida se producirán cambios constantes de ubicación en función de su contratación laboral, ya no estable ni permanente (especialmente en España). Y esto afectará a su manera de relacionarse con los demás y con la familia, a su libertad para acceder a determinadas inquietudes; y, naturalmente a su estado emocional.  En definitiva, nos encontramos ante una sociedad exageradamente proteica.

                El documento, por tanto, (1, p.24) llama la atención en cuanto a la falta de formación e información existente en la sociedad de la enseñanza (EPI, ESO, Bachillerato o FP), respecto a la inmigración y la interculturalidad. Incide, el texto, en que hay que desarrollar “una sensibilidad que les permita a los miembros de la comunidad educativa comprender lo complejo que puede resultar para los niños, niñas y adolescentes llegar a integrarse en ese nuevo espacio social” (1, ibíd.)

                Por tanto, la comprensión de la situación de los estudiantes inmigrantes en el aula, por parte de los compañeros nativos y de los enseñantes, sería esencial para una integración sin conflictos. Y, naturalmente, la manifestación, por parte de los educandos extranjeros, objeto de migración forzosa o forzada (exilio, refugio y similares), de sus experiencias migratorias, a los efectos de que, tanto compañeros como educadores, puedan asumir y sensibilizarse de las vidas de los migrantes.

                La escuela, en definitiva, podría ser una gran herramienta para aprender de otras experiencias y ampliar la nuestra, provocando una consolidación o perfeccionamiento de la sabiduría del país receptor, significando una convergencia en la que ambas estructuras se perfeccionen. Ahora bien, el receptor debe abrirse y confiar; si no se produce esta actitud de confianza, es difícil que lo antes dicho pueda llevarse a cabo. Por otra parte, no cabe duda, el recién llegado deberá ser respetuoso con la cultura que le abraza.

CONTINUARÁ…

Dpto. Investigación social* centrointerculturalhipatia@gmail.com

 

 

 
 
 

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